¡Nos vemos!
La soledad no deseada, es invisible, pero se siente. Esta enfermedad social crece día a día, fruto de una vida moderna que deja poco espacio para las relaciones humanas. El trabajo, los hijos y el cansancio son excusas perfectas para decir: “¡Nos vemos!”, sin concretar nunca una cita.
Las amistades se desvanecen en el mundo real mientras aumentan los contactos virtuales, especialmente a través de mensajería y redes sociales. No es lo mismo. El lenguaje corporal importa: la mirada, el gesto, el contacto físico. Gestos sencillos como el “tirón de orejas” en un cumpleaños están desapareciendo. Y las personas mayores, al perder a su pareja, quedan huérfanas tanto emocional como socialmente.
Es paradójico que, en un siglo de gran concentración urbana, estemos experimentando la mayor soledad registrada.
Este problema no se soluciona con leyes, porque el individualismo ya se ha asentado como centro de nuestras vidas. Los avances tecnológicos han dejado de lado el contacto humano, y el reflejo de ello está en cada rostro absorto en su pantalla dentro del transporte público. El aislamiento social no es el mejor futuro para la sociedad. Necesitamos espacios comunitarios e iniciativas que fomenten las interacciones cara a cara. Así como cuidamos de nuestros seres queridos, debemos cuidar de la sociedad.
El individualismo no es el camino para construir sociedades sostenibles.
Publicado el 03/10/2024, en La Verdad y, Diario del Alto Aragón
Pedro M. Marín. Sénior de SECOT Aragón